martes, 6 de septiembre de 2011

TERMINATOR _ LAS SEMILAS SUICIDAS


2011.07.21 / Ariel Larramendi /

La Habana, Cuba.- Todo el mundo está de acuerdo que el avance de la tecnología, en particular aquella que va a la modificación genética de los alimentos, es un elemento vital para el desarrollo humano, para elevar la calidad de vida y la preservación de la vida misma.

Los procesos de variar genéticamente productos naturales o alimentos transgénicos se ha convertido en un reto para los investigadores y muchas de sus aplicaciones están todavía en la esfera de la investigación, aunque ya se han logrado avances.

La modificación genética es en simple palabras el proceso de incidir en la composición de los genes presentes en los organismos vivos, o sea, modificar el programa esencial que determina como será el futuro ser vivo, las cualidades que tendrá, que enfermedades podrá sufrir en el caso de las personas o que características podrá tener, y como estas pueden ser mejoradas o modificadas.

A partir de la modificación genética se pueden lograr productos más productivos y más resistentes a los cambios climáticos y a las diversas características de los suelos.

Se puede por ejemplo en la acuicultura, lograr mayor y más rápido crecimientos de los peces, lo que ha determinado su progresiva aplicación en este campo.

En la esfera de la agricultura la aplicación de la ciencia y la técnica genética, es tan importante que es un factor para satisfacer la alimentación de una humanidad cada vez más creciente y en su mayoría cada vez más depauperada.

La aplicación de procesos científicos para obtener alimentos transgénicos, o como se ha dicho, también llamados genéticamente modificados, por los avances en lograr mayor cantidad al parecer tratan de satisfacer las necesidades siempre creciente de alimentos que necesita la humanidad.

Ahora bien hay un peligro en todo este proceso.

Quienes tienen las técnicas más avanzadas de estos procesos científicos en general, son los países desarrollados, más específicamente las transnacionales de la biotecnología que radican en esos países del primer mundo y que las utilizan para seguir esquilmando a los países pobres.

Hace unos años se denunció la existencia de patentes sobre una tecnología genética que se llamó “Terminador”, que podría traducirse como “Liquidador”.

Se trata de una tecnología transgénica para hacer semillas suicidas, o sea se siembran, dan fruto, pero la segunda generación, o sea las semillas de esos frutos que, lógicamente pueden ser nuevamente sembradas, se vuelven estériles, para obligar a los agricultores a volver a comprar semilla en cada estación de siembra.

Esta semilla suicida fue desarrollada por la empresa Delta and Pine propiedad de Monsanto con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Monsanto no es la única: cinco de las seis trasnacionales que controlan las semillas transgénicas plantadas a nivel mundial tienen patentes tipo “Terminador” o semillas suicidas.

Las empresas que desarrollaron esta tenebrosa tecnología la llamaron Sistema de Protección de la Tecnología, porque es para promover la dependencia de los agricultores a sus simientes e impedir que se usen semillas sin pagarles las regalías por patentes.

El capitalismo busca la ganancia incluso con el hambre del futuro.

VÍA RADIO REBELDE

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